A un siglo del primer disco nacional

La noche del 24 de octubre nos convidó con sonidos de antaño, ecos de un pasado que nos transportaron a épocas pretéritas. Dicho viaje no fue a bordo de un DeLorean, sino algo más cercano a nosotros, un fonógrafo. “María tenía una oveja y su lana era blanca como la nieve…” entonaba Guillermo Elías, frente a la bocina responsable de dirigir su fonación hacia el diafragma que imprimía, de forma sincrónica, con su púa, los “arañazos” de su voz sobre un papel de aluminio. Luego de retroceder el rodillo, volvimos a escuchar sus palabras registradas por un dispositivo de 1877.

Tuvimos la oportunidad de entender cómo se grababan los discos hace 100 años en nuestro país, gracias a los resultados de una extensa investigación de Marina Cañardo, que con excelente predisposición nos habló acerca de esas primeras etapas nacionales en los “laboratorios de impresiones” (equivalente del estudio de grabación de hoy, que todos conocemos). Marina compartió su vasto conocimiento del tema con ejemplos muy contundentes usando videos y grabaciones de época. Todo lo que nos expuso esa noche es una pequeña parte contenida en su libro: “Fábricas de músicas” (de la editorial Gourmet Musical) y cuya lectura tuvo como consecuencia este evento de AES Argentina: “A un siglo del primer disco nacional”.

Ianina Canalis, una gran amiga de AES argentina, nos relató los reveses de un gran invento argentino que, por cuestiones históricas, emergió con mucha fuerza y de la misma forma cayó en el olvido; el fotoliptófono. Dispositivo que registraba el sonido de forma impresa sobre papel para su masiva distribución, y su posterior escucha. Mencionó las primeras relaciones con ramas ajenas como la foniatría y el estudio de los fonemas, aprovechando que la impresión dejaba plasmada visualmente, de alguna manera, la envolvente sonora de la señal de audio. Para aquellos interesados en interiorizarse más acerca del fotoliptófono, Ianina nos dejó el enlace a un blog referente al tema: http://fotoliptofono.blogspot.com/

Finalmente disfrutamos escuchar a Guillermo Elías, un gran especialista en paleofonografía que, además de ilustrarnos sobre los orígenes del registro sonoro, nos trajo dos fonógrafos Edison del año 1877; de los cuales uno se usó para grabar y reproducir de forma acústica (como mencionaba al principio). Guillermo es también el autor de un vasto y extraordinario libro que incluye, como suplemento, registros digitalizados de antiguos rodillos donde se pueden oír las voces, por ejemplo de Juan B. Justo, entre otras: “Historias con voz” (editado por la Fundación Industrias Culturales Argentinas).

Pudimos apreciar el sonido grabado hace 60 años en un grabador de alambre “Webster Chicago”, el cual ha perdurado de forma asombrosamente fiel hasta hoy. También mostramos algunas de las tecnologías digitales modernas que hoy son parte de la historia como una placa “Julia” y el controlador de un sistema “Ensonic París”.

Queremos agradecer a Leandro Márques y Javier Asioli de Estudio Urbano por su siempre generosa atención con AES Argentina brindando su espacio para este tipo de propuestas. Por supuesto, reconocer su participación a las disertantes de lujo con que contamos, Marina Cañardo y Ianina Canalis; y además al amigo Guillermo Elías por su valiosa contribución como disertante y trayendo para mostrar dos fonógrafos.

Finalmente agradecemos los alentadores comentarios de los asistentes, que nos sirven de apoyo y referencia para seguir haciendo lo mejor posible, en cuanto a la difusión, de todo lo que esté relacionado con nuestra maravillosa profesión, el audio.

Quiero terminar, si me permiten, con alguna mínima reflexión. No estuvimos esa noche con la vanguardia de la tecnología del audio, más bien todo lo contrario, nos pusimos en contacto (real) con la génesis de esa tecnología, la piedra basal sobre la que se desarrolló dicha evolución.

José Ingenieros decía: “Para el perfeccionamiento humano son inútiles los tímidos que viven rumiando tranquilamente, sin arriesgarse a tentar nuevas experiencias; son los innovadores los únicos eficaces, descubriendo un astro o encendiendo una chispa. Podrá ser más cómodo no equivocarse que errar muchas veces; pero sirven mejor a la humanidad los hombres que, en su inquietud de renovar, por acertar una vez aceptan los inconvenientes de equivocarse mil.

Thomas Alva Edison, Édouard-Léon Scott de Martinville, Fernando Crudo, Valdemar Poulsen y tantos otros nos han regalado sus “mil equivocaciones” para que hoy podamos acceder a la tecnología que disfrutamos. La noche del 24 de octubre en Estudio Urbano desde AES Argentina quisimos, de alguna forma, reconocer u homenajear esos “cimientos” en el cual construimos toda la posibilidad técnica de perpetuar los sonidos en el tiempo.

Indio Gauvron